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Foto del escritorLOS TRAVELLERS

Familia, Amigos & Asados

En los últimos tres meses, recibimos una cálida acogida por parte de muchas personas, que nos han apoyado activamente y nos han acompañado con cariño en todos nuestros proyectos - ¡sólo queremos aprovechar esta oportunidad para darles las gracias! El primer día que terminamos la cuarentena, salimos inmediatamente a visitar a la familia de Marina en Quilmes. El barrio es en la provincia de Buenos Aires, a unos 30 km de la ciudad. Ya habíamos enviado nuestro equipaje a casa el día anterior en coche con Ricardo, el padre de Mari, y comenzamos nuestro primer viaje a Quilmes en transporte público: en poco menos de 90 minutos en metro por la ciudad, en tren hasta Quilmes y en colectivo casi hasta la puerta. Por fin llegó la hora: Marta, la madre de Mari, y su hermana pequeña, Lucía, nos dieron una calurosa bienvenida a casa. La alegría de volver a vernos fue enorme, después de todo, ¡habíamos estado en Alemania todo un año! Después de intensos abrazos y alguna que otra lágrima de alegría, compartimos un delicioso crumble de manzana, la especialidad de Lucía. Pero no sólo ellas nos habían echado de menos: los perros Roby y Simón, así como las tres tortugas Francis, Manuel y Legolas también nos saludaron con gran alegría, cada uno a su manera. Roby, que tiene casi 15 años, se dejó mimar mucho en el jardín, mientras que Simón, más joven y más activo, prefirió jugar con la pelota. Las tres tortugas aprovecharon la bienvenida para sentir nuevamente el aire fresco después de su hibernación. Cuando el papá Ricardo llegó a casa del trabajo por la noche, brindamos con alegría y el día de bienvenida culminó perfectamente con una deliciosa comida de Marta. El domingo tuvimos nuestro primer Asado del 2021, que llevábamos mucho tiempo esperando. Ricardo construyó él mismo una nueva parrilla durante la pandemia, que es más alta que toda la casa. Estábamos emocionados por ver lo que el asador Pablo, el hermano mayor de Marina prepararía en este almuerzo tan esperado. Compramos los suministros el día anterior en la carnicería de confianza y tradicionalmente consiste en carne de asado (costillas de ternera), vacío (corte especial de cuadril de ternera), así como los embutidos chorizo y morcilla. Dependiendo del gusto, también se pueden agregar partes de cerdo (especialmente la panza de cerdo o las costillas). El asado se sirve con una variedad de ensaladas y pan. El chimichurri, la salsa sazonadora para carnes y verduras, es imprescindible en un asado argentino. Nuestro asador Pablo no dejó nada que desear y nos preparó un primer exitoso asado en casa. El vecino Fer(nando), que conoce las cualidades del asador, vino a visitarnos personalmente y a compartir un bocado. Por desgracia, sus dos perras, Cristina y Keyla, sólo podían mirar con envidia desde la terraza de la casa lindera. A cada asado le sigue una necesaria siesta que, claro, no quisimos perdernos. Por la noche los domingos, los chicos juegan fútbol 5 contra 5 con amigos en una de las muchas canchas del barrio. Un poco de movimiento bienvenido después del festín. Aunque con una panza menos llena, probablemente se juegue mucho mejor =)

A nuestra primera estancia en Quilmes le siguieron muchas visitas de uno o más días, o incluso fines de semana enteros. Era un viaje de ida y vuelta entre nuestro piso en la ciudad y la casa de Mari, y cada tanto perdíamos la cuenta de dónde habíamos guardado qué y cuándo teníamos una cita dónde. Pero gracias a la ayuda de todos, siempre nos las arreglamos bastante bien. Durante todo el tiempo, Marta y Lucía siempre nos mimaron con delicias culinarias desde la mañana hasta la noche, tuvimos un servicio de lavandería de 5 estrellas y fuimos pasajeros de Ricardo en su camino hacia o desde el trabajo en innumerables ocasiones. Hubo muchos momentos especiales que quedarán en nuestros recuerdos de Buenos Aires, como el día que Marta nos sorprendió con pijamas y pantuflas por el "Día del Niño" argentino, los paseos en bicicleta con ella o la ayuda nocturna cosiendo cortinas para La Gaucha. Nos tocó cocinar un almuerzo `Schwabische´(región de Alemania de donde es Chris) con Saitenwürstle y Kässpätzle con Kaiserschmarrn, nuestro postre favorito. La reserva de Pablo en el pub de la cervecería para el legendario partido de 9 minutos entre Brasil y Argentina y la velada de hamburguesas Lomito con él en Quilmes. Lucía nos visitó en la ciudad y pasamos una linda velada con hamburguesas y cócteles. También son inolvidables sus masajes con ataques de risa incluidos y por supuesto su cumpleaños con pizzas rellenas caseras y tarta de queso con fresas. Ricardo tuvo mucha paciencia durante sus clases particulares de conducción con Marina y durante la instrucción para hacer un buen asado que le hizo a Christian. Además de las parrilladas, la comida al disco y el pescado frito los sábados al mediodía eran su especialidad. En nuestro último sábado en Buenos Aires celebramos el cumpleaños de Marta con pizzas a la parrilla, torta helada y una cálida visita de toda la familia en casa con un montón de deliciosa comida casera y buena compañía. También fueron las pequeñas cosas las que hicieron que nuestras estancias en Quilmes fueran tan especiales: las siestas juntos en el pasto, ver un partido de fútbol en la televisión con una cerveza fría, ver a las tortugas comer tomates, los ladridos nocturnos de Roby y los húmedos saludos de buenos días de Simó en la cama. Cada visita había muchas cosas nuevas que contar, informar y reír durante la cena o la hora del mate y siempre volvíamos a la ciudad con la panza llena, una enorme cantidad de energía nueva y mucho amor en nuestros bolsos - muchas gracias por todo, los queremos =)

También hicimos excursiones más grandes con toda la familia o al menos con parte de ella. Por ejemplo, pasamos un día en el barrio chino de Buenos Aires con Diame, la ahijada de 11 años de Marina. Como ferviente aficionada de Asia, quedó completamente cautivada por los "fideos ramen" en un restaurante japonés, por las compras en una de las abarrotadas tiendas chinas y por los dulces chinos especiales, que nos devoramos camino a casa. Las visitas fueron recíprocas, así que un fin de semana la familia de Marina salió de casa y los recibimos en en nuestro piso de Buenos Aires. Como nos tocó un día soleado, lo pasamos casi por completo al aire libre en nuestro parque favorito, el lago Regatas de Palermo, donde conversamos con mates y dulces que trajo Marina. Después, paseamos por el mercado de antigüedades de nuestro barrio de Colegiales y, para sorpresa de todos, nadie sucumbió a la fiebre de las compras; volvieron con muchas impresiones pero con las bolsas vacías listos para maravillarse con el debut de Messi usando la camiseta del PSG. Para el cumpleaños de Genaro, el cuñado de Ricardo, viajamos juntos a Merlo, que se encuentra al oeste de la ciudad. Aquí, él vive con la tía de Marina, Mary, la abuela Irma, de 86 años, y sus dos hijas, Laura y Florencia, y sus familias. Nada más llegar, nos involucramos inmediatamente en la preparación de empanadas bajo la dirección de la abuela Irma. Sus empanadas tienen fama de ser las más jugosas y sabrosas de la familia. El cumpleañero, por su parte, no desaprovechó la oportunidad de entregarse a su pasatiempo favorito y preparó un suntuoso asado en su día de honor, al que no le faltó de nada. Las empanadas se cocinaron en horno de carbón, y realmente estuvieron a la altura de su reputación. La siesta se canceló esta vez, pero en su lugar recogimos limones, jugamos y pintamos con Olivia, la curiosa nieta de 5 años y comimos un cremoso helado, antes de volver a casa felices y cansados. Por fin llegó la hora de las vacaciones, desgraciadamente no para nosotros, sino para los padres de Marina. Habían alquilado una casa de vacaciones en la laguna de Junín por una semana. Para alegría de los padres, los chicos vinieron de visita al final de la semana, justo a tiempo para el Día de la Madre argentino. Tomamos la Ruta 7 hacia el interior durante casi cuatro horas hasta que giramos en el camping del club de pesca y fuimos recibidos por los fabulosos sanguches de milanesa de Marta. Por suerte, apenas había alguien, así que pudimos montar nuestra tienda justo en a la orilla del agua. Después de una breve exploración, desempacamos la caña de pescar que nos había prestado nuestro vecino Fer y nos pusimos en modo-pesca. Al atardecer, parecía que toda la población de peces de la laguna se había alimentado con nuestro cebo, pero ninguno de ellos había picado hasta el final. La decepción se esfumó pronto, ya que una pizzería del centro de Junín nos esperaba con una megapizza que incluía seis ingredientes diferentes. Después de la cena, nos acurrucamos rápidamente en nuestros sacos de dormir en la tienda y nos dormimos calentitos y rápidamente con la música de algunos jóvenes sonando de fondo. A las 7 de la mañana ya estábamos despiertos de nuevo y fuimos recompensados con un sensacional amanecer sobre el lago. Justo cuando estábamos a punto de dormitar por segunda vez, con la puerta abierta de la tienda y con los primeros rayos de sol acariciándonos la cara, nos despertaron unos lamidos de perro. El cuidador vino con sus dos canes a recoger el dinero por el camping - ¡Buenos días amigo! Como era el Día de la Madre, el camping se llenó rápidamente de muchos excursionistas y a la hora de comer chisporrotearon numerosos asados en las parrillas, incluido el nuestro del asador Ricardo. Al son de la tradicional cumbia de Los Palmeras, le dimos a mamá Marta el mejor regalo de todos; un riquísimo asado en familia seguido de un día juntos al sol, antes de partir de nuevo a Buenos Aires por la noche. A la visita a una abuela le sigue, naturalmente, la visita a otra. Así que visitamos también a la abuela Fermina, de 94 años, en su pueblo natal San Andrés de Giles, donde vive con su hijo en una pequeña pero cuidada casita y donde, a pesar de su avanzada edad, sigue cuidando de sí misma con el apoyo de todos. Las abuelas son amigas, y al visitar a Fermina, nos alegró enterarnos que la abuela Irma justo se había tomado espontáneamente una semana de vacaciones visitándola y nos dio la oportunidad de charlar con ambas sobre Dios y el mundo y también, en temas más mundanos, explicarle a la abuela Fermina cómo usar su nuevo teléfono móvil, con instrucciones dibujadas incluidas, ¡qué alegría! Más tarde, el hermano de Marta, Carlos, vino y nos mostró el camino a la mejor panadería del pueblo, conocida por su deliciosa galleta, un gran pan de leña que sólo se consigue allí; un gran recuerdo para llevar a casa. Por último, pero no menos importante, hicimos una parada en la casa del tío Beto, quien lamentablemente ya hace unos años ha fallecido. Sin contar con una llave, saltamos la puerta de madera, cruzamos el imponente camino de entrada y echamos un vistazo a la propiedad abandonada. Todo seguía exactamente como Marina lo conocía desde su infancia: la vieja casa construida con barro en la que el tío Beto vivió hasta el final de sus días, sin electricidad. El jardín con algunas plantas y con pozo de agua incluido, su garaje con taller y la cerca para los animales. El tiempo parecía haberse detenido aquí. Abrumados y llenos de recuerdos de la infancia en nuestras mentes, emprendimos el viaje de vuelta a Quilmes, donde Lucía ya nos esperaba con los perros.

No sólo esperábamos el reencuentro con la familia de Marina, sino que también sus amigas querían volver a vernos lo antes posible y nosotros también. Al llegar, rápidamente se organizó un encuentro con las chicas en el Parque Centenario, cada una llevó su propio mate y termo con agua caliente y algo para compartir. Hasta el atardecer, nos pasamos todo el sábado charlando sobre casi todo lo que había pasado en los últimos 12 meses, y tras la puesta de sol nos trasladamos sin contemplaciones a un bar donde, a pesar de las gélidas temperaturas del exterior, seguimos con patatas fritas y cerveza hasta bien entrada la noche. Después de eso, volvimos a estar al día en cuanto a chismes =) Poco después, la siguiente reunión estaba en el orden del día: Nata, la profesora de yoga de Marina, cumplía años. Resulta que Nata estaba en la ciudad se organizó una fiesta improvisada en casa de sus amigos venezolanos. Más amigos se unieron y volvimos a estar en una fiesta, donde la gente bailaba en un gran ambiente. ¡Nuestra primera fiesta en Buenos Aires! Le siguieron muchos más encuentros, cenas y citas más o menos espontáneas: Nuestro amigo Seba vino a visitarnos a nuestro pub favorito para tomar ``una cerveza`` y luego casi pasó la noche en nuestro sofá. Mari se reunió con sus amigas de la infancia Paula y Lore y, por casualidad, se encontró por primera vez con Gisela, la nueva novia de su hermano Pablo, que sin saberlo había quedado con él en el mismo café. Luego, Sabri y Nany, las ex colegas y grandes amigas de Mari, nos visitaron en Collegiales y nos reunimos para tomar varias cervezas después del trabajo con ellas en San Telmo. Con Mariana y Nayla fuimos al cine donde, a excepción de una simpática señora anciana, éramos los únicos viendo la película alemana "Undine". Quedamos con Germán y Neil, compañeros de trabajo de Marina, para comer comida callejera asiática, y el día del cumpleaños de Neil fuimos a comer falafel con otra amiga en común, Meru. Uno de los eventos más divertidos fue, sin duda, el show de la "Bomba de Tiempo", el principal evento de cada lunes por la noche en Buenos Aires. 15 músicos de percusión ofrecen un espectáculo increíble en un centro cultural al aire libre, para el que conseguimos entradas luego de un definitivo sí de nuestros amigos. Con el ritmo de los tambores en la sangre, nos dirigimos a nuestro bar favorito "Puerta Roja" en San Telmo para comer una picada con cervezas, ¡qué noche! El viaje a lo de Nayla, la amiga de Mari, que está construyendo su propia casa en el campo con su novio Leandro, fue un poco más tranquilo. Leandro, el asador en esta ocasión, preparó unos deliciosos sanguches de bondiola (cerdo) y chorizos a la parrilla. Su mimoso pitbull Astor apenas podía contenerse de lo contento que estaba con tantas visitas, y hacia el final del día exploramos la zona boscosa de alrededor en busca del famoso "Árbol de Cristal", que finalmente encontramos y del que se dice que brilla espectacularmente por la noche bajo la luna llena o el cielo estrellado. Incluso a la luz del día, tiene un aura especial que nos cautivó antes de iniciar nuestro viaje de vuelta a la ciudad. El broche de oro fue nuestra fiesta de despedida, a la que invitamos a todos a la casa de los padres de Marina en Quilmes y el maestro parrillero Christian se lució por primera vez preparando chorizos y verduras en la gran parrilla de Ricardo, en una cálida noche de verano. Un estreno exitoso que fue muy bien recibido especialmente por los vegetarianos. A las 5 de la mañana, con los pájaros cantando, los últimos invitados y nosotros nos fuimos a la cama muertos de cansancio, listos para el viaje =)


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